RENÉ DESCARTES


RENÉ DESCARTES


René Descartes nació en La Haye en Touraine, Francia, en 1596. Miembro de una familia de nobleza menor, con acceso a una educación privilegiada en el colegio jesuita en La Fleche, en donde se familiarizaría con los últimos problemas científicos. Tiempo después entraría a estudiar leyes en la universidad de Poitiers. Una vez graduado, Descartes se unió como voluntario al ejército del príncipe Maurits de Nassau y, en 1618, estando en el pequeño pueblo de Breda, tuvo la suerte de conocer a Isaac Beeckman, rector de un colegio en la isla de Walcheren. Beeckman tenía un fuerte interés por las ciencias naturales e introdujo a Descartes a problemas recientes de la mecánica y la geometría algebraica. En los diez años siguientes Descartes viajaría mucho por toda Europa. Debido al ambiente intelectual poco favorable de Francia, se radicó en Holanda entre 1628-1649. Allí desarrolló la carrera filosófica y matemática por la cual se le conoce hoy en día. En 1650, persuadido por la Reina Cristina de Suecia, se desplazó a Estocolmo en donde murió ese mismo año.

La meta de Descartes era dominar el árbol del conocimiento de la naturaleza (ver más abajo). En 1637 publicó su más famoso libro, el Discurso del método, una de las primeras obras filosóficas no escritas en latín, en la cual Descartes hace un breve análisis del llamado método deductivo y presenta un esquema de su visión del mundo.

En 1641, con la publicación de otra obra, Meditaciones metafísicas, Descartes continuó presentando al método deductivo como el adecuado para aproximarse al estudio de la naturaleza. Sin embargo, así como estas dos obras determinan las raíces de su árbol del conocimiento, el tronco sería analizado en cuatro obras tituladas El mundo, Dióptrica, Geometría, y Meteoros. En ellas Descartes abarcó temas variados como mecánica, cosmología y filosofía natural. Finalmente, en 1644 se publicaría su última obra, Principios de la filosofía, en la cual se compilan sus ideas tanto en el ámbito físico como metafísico.


Racionalismo de Descartes



Descartes es uno de los padres de la filosofía moderna y el principal valedor del racionalismo. Su aportación a esta etapa de la historia de la filosofía que conocemos bajo el nombre de modernidad (s. XVI-XVIII) resulta relevante a un doble nivel:

a) Metodológico: la mayor preocupación filosófica cartesiana pasaba por elaborar un nuevo método del pensar. Un método que clarificara científica y racionalmente el saber filosófico. A este nuevo método, el cual recuperaba la ciencia matemática como modelo del saber racional, lo llamó “duda metódica”. 

El rendimiento de la duda metódica debía comprender los campos epistemológico y ontológico; así, epistemológicamente, la duda metódica resultaba útil en la medida en que nos permitiría agrandar el espacio del pensar: “Mediante la palabra pensar entiendo todo aquello que acontece en nosotros de tal forma que nos apercibimos inmediatamente de ello; así pues, no sólo entender, querer, imaginar, sino también sentir es considerado aquí lo mismo que pensar”. A nivel ontológico, la duda tendría que servir para hallar las verdades fundamentales sobre las que asentar nuestro conocimiento; y la primera de esas verdades era la expresión existencial del cogito: “pienso, luego existo”, diría Descartes.

b) Metafísico: la aportación del método debe centrarse en la redefinición de los conceptos fundamentales de la metafísica (como los de sustancia, atributo, verdad, etc.) para asentar las verdades indudables a partir de las cuales construir el edificio del conocimiento humano. La primera de esas verdades, y con la cual Descartes hubo de cambiar el rumbo de la metafísica, había de ser la afirmación del “Cogito”. Así, Descartes hacía pasar el pensamiento metafísico del objetivismo medieval al subjetivismo moderno: lo importante, ahora, no es el conocimiento del objeto, sino su conocimiento a través del conocimiento del sujeto.

Ahora bien, la filosofía cartesiana pone mucho cuidado en no caer en un subjetivismo propiciado por la exaltación de los sentidos o de la imaginación, sino que es una afirmación racional de la subjetividad. Es la confianza en la razón, una razón trazada matemáticamente, la que nos permite dar cuenta de la radicalidad del cogito: puedo dudar de todo, menos de que dudo; por tanto, si no puedo dudar de que dudo, no podré dudar de que estoy pensando y de que en dicho acto me constituyo como ser humano. Repetimos: pienso, luego existo.


Por otro lado, la metafísica cartesiana es la expresión de una nueva teoría de las ideas y una nueva concepción general del universo dominada por el mecanicismo.

Por tanto, podemos evaluar el racionalismo cartesiano teniendo en cuenta sus principales rasgos: la expresión de un nuevo método racional del pensar, la llamada duda metódica; la afirmación de la subjetividad (cogito) como primera verdad; una nueva teoría del concepto de idea en general y de la idea de substancia en particular; finalmente, el mecanicismo como paradigma o concepción general del orden y funcionamiento del universo.


El Método Cartesiano
Aspecto científico: la matematización



Descartes quería hacer de la filosofía un conocimiento científico del yo y del mundo. Para ello, necesitaba dotar a la investigación filosófica de un método científico y, por esa razón, nada mejor que confiar en la matemática, pues en aquella época ya se consideraba a la matemática como ciencia segura; además, la matemática había de aportar grandes dosis de deducción y atención a la razón. Descartes opinaba, pues, que la filosofía debía copiar el modelo metodológico de la matemática.

Sin embargo, esta confianza en la matemática no era exclusiva de Descartes: por un lado, en la Grecia Antigua, tanto Pitágoras como Platón eran partidarios del saber matemático; en el caso de Platón, el pensamiento matemático (dianoia) servía para conocer los objetos matemáticos, antesala de las ideas. Por otro lado, los contemporáneos de Descartes, también confiaban plenamente en el poder de la racionalidad matemática para conocer la realidad; entre ellos, Galileo, quien aseguraba que la naturaleza estaba escrita en el lenguaje de las matemáticas, Leibniz, quien hubo de elaborar toda una filosofía de la matemática que ha llegado hasta nuestro días y, también, Spinoza, quien pretendía ordenar geométricamente la razón ética.


Aspecto metodológico: las cuatro reglas




Ahora bien, ¿en qué consiste el principio de matematización de la investigación filosófica, tarea que lleva a cabo Descartes? Principalmente en ordenar dicha investigación según un método que contiene cuatro reglas y que expone en su libro titulado Discurso del Método:

1. Evidencia: afirmar como verdadero sólo aquello que se revele evidentemente como tal al pensamiento. Es evidente aquello que ya no admite duda alguna porque ha sido “visto” clara y distintamente.
2. Análisis: reducir lo complejo a sus partes más simples para conocerlo correctamente.
3. Deducción: otorgar a la operación racional deductiva el peso de la investigación; así, hallaremos las verdades complejas por deducción a partir de las simples.
4. Comprobación: comprobar si lo descubierto por la razón ha sido hallado de acuerdo a las reglas anteriores.

Aspecto epistemológico: la duda metódica

El nuevo método cartesiano tiene como misión convertir a la filosofía en un camino racional hacia la verdad. Y, para ello, tiene que resolver el problema del principio del conocimiento y su certeza: en la filosofía antigua y medieval, el principio del conocimiento era el objeto, y la verdad consistía en la adecuación de las proposiciones (lo que decimos) a las cosas (lo que existe).

Con la aparición de la filosofía moderna, cuyo padre es Descartes, el principio del conocimiento deja de ser el objeto y pasa a ser el sujeto y el lugar en el que quedan los sentidos como criterios de conocimiento es de clara inferioridad y desprestigio. Tanto es así que el método cartesiano comienza expresando su desconfianza hacia los sentidos como instrumentos válidos para conocer. De ahí que la expresión del método cartesiano sea la duda: en sus famosas Meditaciones Metafísicas, Descartes escribe que podemos dudar de todo aquello que conozcamos a través de los sentidos, pues estos no distinguen entre el sueño y la vigilia; en cambio, decía Descartes, no puedo dudar de aquello que consiga conocer racionalmente, porque esto lo habré hallado de acuerdo a un método estrictamente racional.

Las consecuencias ontológicas del método cartesiano: afirmación de la primera verdad: “pienso, luego existo”

Teniendo en cuenta que lo que persigue la duda metódica es afirmar el sujeto pensante o cogito como base sobre la que construir todo el conocimiento racional, podemos decir que la filosofía del método es, en realidad, una filosofía del sujeto, según la cual, el hombre existe como ser pensante, el mundo es conocido a partir de la evidencia del pensamiento: es el cogito, y no el mundo, la primera verdad.
La llegada al cogito o pensamiento se efectúa por vía intuitiva: es la evidencia la que nos revela que el pensar, y más concretamente, que “yo pienso”, es una idea clara y distinta, es decir, una idea de la que no cabe dudar.

Desde este punto de vista, el cogito no es tanto un resultado o punto de llegada como un punto de partida. Lo que quiere indicarnos Descartes es que la subjetividad, el “pienso, luego existo” es el comienzo de toda reflexión filosófica, porque es indubitable que yo existo pensando, que existo como pensamiento: no puedo dudar de mi existencia y de que ésta se desarrolla pensando. La llegada al cogito no se hace como resultado de deducción alguna, pues eso supondría que hay otros principios anteriores y más ciertos al propio pensamiento, sino que se efectúa intuitivamente. Por esto mismo, al “pienso” va unido necesariamente el “existo”.


La teoría cartesiana de las ideas y la idea de Sustancia

Para Descartes la sustancia existe de tal manera que no tiene necesidad de otra cosa para existir. Pero, según esta definición, sólo Dios podría ser considerado como sustancia; en cambio, Descartes afirma la existencia de tres sustancias: la sustancia finita pensante (cogito), la sustancia extensa (mundo) y el propio Dios, en tanto que sustancia infinita pensante. Son tres sustancias pero sólo dos modos de ser sustancia: el pensamiento y la extensión o materia. 

Todo este confusionismo en la teoría cartesiana de la sustancia procede que Descartes confunde el concepto de sustancia con los atributos de la misma. En efecto, como dirá Spinoza, contemporáneo de Descartes, este último cataloga como sustancias lo que sólo son atributos de la misma, a saber: el pensamiento y la extensión.

Si bien Descartes no ha hablado con propiedad en el tema de la sustancia, sí resulta relevante el término cartesiano de sustancia si lo traducimos con el concepto de idea. Para Descartes, la sustancia finita pensante es la existencia de la idea de yo como sujeto pensante; la sustancia extensa es, en realidad, la idea de mundo como objeto de conocimiento; en cuanto a Dios, es la garantía que nuestro entendimiento necesita para hallar un acuerdo natural entre su pensamiento y las cosas.

El dualismo cartesiano no sólo tiene un carácter metafísico, sino también antropológico. Es decir, no sólo podemos clasificar la realidad en sustancia pensante y sustancia extensa o material, sino que también podemos clasificar la realidad humana en dos: alma o espíritu (pensamiento, en cualquier caso) y cuerpo (extensión o materia).

¿Qué es, pues, la idea para Descartes?. Una representación del mundo o de un objeto del mundo. En realidad, dirá Descartes, el conocimiento humano no conoce las cosas en sí mismas, sino las ideas de las cosas, es decir, el modo en que éstas se ofrecen a la mente.

La idea, según Descartes, tiene un doble aspecto: objetivo, porque representa un objeto del mundo; y formal, puesto que la idea tiene sentido en sí misma, es decir, una vez formada no necesita la presencia de la cosa que la originó para seguir existiendo.

Existen, en opinión de Descartes, tres tipos de ideas:

a) facticias: proceden de la imaginación y la voluntad. Su procedencia es subjetiva o interior.
b) Adventicias: son aquellas donadas por los sentidos. Su procedencia es del mundo exterior u objetivo.
c) Innatas: se encuentran impresas en nuestra mente. Estas ideas innatas son tres: la idea de Yo (primera verdad), la idea de Dios y la idea de Mundo.


Mecanicismo

La observación que Descartes lleva a cabo de la naturaleza ya no la hace desde los paradigmas antiguos: geocentrismo ni teocentrismo. Descartes, inmerso en un proceso de modernización de la ciencia al que contribuyó notablemente desde las matemáticas, trataba de explicar la realidad física en función de un nuevo esquema de comprensión o paradigma: el mecanicismo.

La naturaleza, en la que se pensaba incluido el cuerpo humano, era considerada como una especie de máquina. Su funcionamiento automático, sometido a estrictas leyes mecánicas que le aportaban regularidad y posibilitaban su conocimiento a través de la física, hacía de ella un objeto sometido a explicación matemática, aunque también estaba sometido a indagación metafísica, porque, para Descartes, la comprensión de la naturaleza o realidad física no era más que la presencia de la extensión en tanto que atributo (modo de ser) de la sustancia: si el yo era reconocible como pensamiento, el mundo era reconocible como extensión. Extensión quiere decir que todo cuerpo ocupa un lugar en el espacio, es decir, es extenso; y la extensión es objeto de tratamiento matemático: resulta medible, cuantificable y predecible. Descartes, junto con Galileo, pensaban efectivamente que la naturaleza estaba escrita en el lenguaje de las matemáticas.
Esta dualidad (pensamiento/extensión) sería trasladada también a la antropología y, así, Descartes concebía al hombre como un conjunto de pensamiento (alma) y extensión (cuerpo).

La naturaleza, ese universo mecánico, estaría “llena de materia”: la física cartesiana no aceptaba la existencia del vacío. Tampoco aceptaba la indivisibilidad de la materia: ni vacío, ni átomo (unidad indivisible). Según Descartes, la extensión presentaba una estructura infinitamente divisible.

Por tanto, Descartes explicaba la naturaleza en función de sólo dos componentes: la materia y el movimiento.



Discurso del Método
Tratado de las pasiones del alma




Meditaciones Metafísicas

Video sobre René Descartes




Bibliografía:
http://www.buscabiografias.com/bios/biografia/verDetalle/597/Rene%20Descartes

Información recopilada por el alumno Fernando Iván M. J.

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Agradecimiento

Gracias a todos los participantes que ayudaron a la creación y diseño de este blog para cumplir con la meta que nos propusimos.

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